La Asociación Española
de Estudios Migratorios
y Psicoterapia
Transcultural y la
Fundación Pfizer han
unido sus esfuerzos para dar respuesta
a los problemas emocionales
derivados de la emigración.
Eduardo Brik, presidente de la
primera organización, incide en
la necesidad de brindar a los inmigrantes
una atención psicológica
específica —ya que sus alteraciones
tienen particularidades
con respecto a la población autóctona—
y en la conveniencia de
cubrir este área como principio
fundamental de una sociedad
más justa e igualitaria. Ahora llama
la atención sobre los esfuerzos
necesarios en el proceso de
reagrupación familiar; en el que
los que ya están aquí hacen lo imposible
por traerse a sus seres
queridos.
Pregunta.- ¿No se supone que la
reagrupación eliminaría los problemas
emocionales típicos de
todo proceso migratorio?
Respuesta.- Parece algo lógico y
hasta hace poco creíamos que
era así, pero las peculiaridades
familiares derivadas del hecho
de estar tanto tiempo separados,
los intrincados trámites legales y
las incertidumbres ante el reencuentro,
así como las dificultades
de adaptación de los miembros
que vienen hacen que el proceso
no sea tan sencillo.
P.- ¿Por qué las mujeres parecen
más vulnerables?
R.- Porque son más en número.
La emigración es un fenómeno
feminizado porque ellas suelen
gozar de mejores condiciones laborales
en los países de acogida.
Por otro lado, en ocasiones vienen
huyendo de relaciones de pareja
y separaciones conflictivas,
de la marginación en sus propias
comunidades... y eso eleva el
riesgo de sufrir perjuicios psicológicos
posteriores, lógicamente.
P.- ¿Y qué problemas se asocian
a la reagrupación?
R.- En un primer momento, fundamentalmente
ansiedad derivada
de la demora
por cuestiones
legales.
Los trámites
son complejos,
llevan un tiempo
y eso se percibe
como una
complicación.
Cuando ya están
aquí, suele
haber cierto desencanto
porque
la idea que
unos y otros se habían hecho del
reencuentro y de la convivencia
cuando ya están reunidos difiere
notablemente.
P.- ¿Quién sufremás, el que llega
o el que ya estaba aquí?
R.- Ambos. Las madres que reciben
a sus maridos e hijos padecen
una sobrecarga emocional y
de trabajo porque, sobre todo al
principio, ellas son las únicas que
sostienen económicamente a la
familia, pero además proceden
de culturas muy machistas, en
las que los varones no están
acostumbrados a quedarse en casa
a hacer tareas del hogar.
P.- ¿Y los hijos?
R.- Normalmente han estado a
cargo de familiares que no les
han impuesto límites y disciplina
suficientes, de manera que al venir
se enfrentan a diferencias culturares
y sociales, pero también a
un hogar hostil. Esto se agrava
cuando la familia es monomarental
[la madre es la única autoridad]
y se termina de complicar
en el caso de que ella haya entablado
otra relación de pareja,
muchas veces a la desesperada,
que requiere la adaptación de los
tres a esta nueva situación.
P.- ¿Qué proponen ustedes?
R.- Aplicar a todas las terapias el
matiz de la transculturalidad, vital
para atender a la población inmigrante
y dar apoyo cuanto antes;
incluso desde el momento en
el que se decide ir a probar suerte
a otro país.
P.- ¿Es realmente necesaria
tanta anticipación?
R.- La mayoría se integra perfectamente,
pero hay que prepararles
para desmontar muchos mitos
acerca de la búsqueda de una
vida mejor, de cómo sobrellevar
la separación de los seres queridos,
del reencuentro, de la adaptación
al nuevo lugar... porque lo
idóneo es adoptar la biculturalidad
de manera progresiva, sin renegar
de donde uno es; pero tampoco
encerrándose en los comportamientos
del país de origen;
cualquiera de las dos alternativas
es excluyente y también constituye
una fuente de conflicto.
P.- Exactamente, ¿por qué?
R.- Los que olvidan por completo
sus raíces son tachados de traidores
por otros miembros de su
familia y los que se aferran a sus
hábitos y no se adaptan al lugar
de origen son rechazados por
quien les acoge.
P.- ¿Estamos preparados para todos
estos matices?
R.- No. Ni los profesionales están
formados ni el Sistema Nacional
de Salud concienciado, pero esta
atención beneficia a toda la sociedad.
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