lunes, 15 de febrero de 2010

“Hay que trabajar el reencuentro antes de emigrar’’

Entrevista Eduardo Brik: Periódico El Mundo 18 de Junio 2008


La Asociación Española

de Estudios Migratorios

y Psicoterapia

Transcultural y la

Fundación Pfizer han

unido sus esfuerzos para dar respuesta

a los problemas emocionales

derivados de la emigración.

Eduardo Brik, presidente de la

primera organización, incide en

la necesidad de brindar a los inmigrantes

una atención psicológica

específica —ya que sus alteraciones

tienen particularidades

con respecto a la población autóctona—

y en la conveniencia de

cubrir este área como principio

fundamental de una sociedad

más justa e igualitaria. Ahora llama

la atención sobre los esfuerzos

necesarios en el proceso de

reagrupación familiar; en el que

los que ya están aquí hacen lo imposible

por traerse a sus seres

queridos.


Pregunta.- ¿No se supone que la

reagrupación eliminaría los problemas

emocionales típicos de

todo proceso migratorio?

Respuesta.- Parece algo lógico y

hasta hace poco creíamos que

era así, pero las peculiaridades

familiares derivadas del hecho

de estar tanto tiempo separados,

los intrincados trámites legales y

las incertidumbres ante el reencuentro,

así como las dificultades

de adaptación de los miembros

que vienen hacen que el proceso

no sea tan sencillo.


P.- ¿Por qué las mujeres parecen

más vulnerables?

R.- Porque son más en número.

La emigración es un fenómeno

feminizado porque ellas suelen

gozar de mejores condiciones laborales

en los países de acogida.

Por otro lado, en ocasiones vienen

huyendo de relaciones de pareja

y separaciones conflictivas,

de la marginación en sus propias

comunidades... y eso eleva el

riesgo de sufrir perjuicios psicológicos

posteriores, lógicamente.


P.- ¿Y qué problemas se asocian

a la reagrupación?

R.- En un primer momento, fundamentalmente

ansiedad derivada

de la demora

por cuestiones

legales.

Los trámites

son complejos,

llevan un tiempo

y eso se percibe

como una

complicación.

Cuando ya están

aquí, suele

haber cierto desencanto

porque

la idea que

unos y otros se habían hecho del

reencuentro y de la convivencia

cuando ya están reunidos difiere

notablemente.


P.- ¿Quién sufremás, el que llega

o el que ya estaba aquí?

R.- Ambos. Las madres que reciben

a sus maridos e hijos padecen

una sobrecarga emocional y

de trabajo porque, sobre todo al

principio, ellas son las únicas que

sostienen económicamente a la

familia, pero además proceden

de culturas muy machistas, en

las que los varones no están

acostumbrados a quedarse en casa

a hacer tareas del hogar.


P.- ¿Y los hijos?

R.- Normalmente han estado a

cargo de familiares que no les

han impuesto límites y disciplina

suficientes, de manera que al venir

se enfrentan a diferencias culturares

y sociales, pero también a

un hogar hostil. Esto se agrava

cuando la familia es monomarental

[la madre es la única autoridad]

y se termina de complicar

en el caso de que ella haya entablado

otra relación de pareja,

muchas veces a la desesperada,

que requiere la adaptación de los

tres a esta nueva situación.


P.- ¿Qué proponen ustedes?

R.- Aplicar a todas las terapias el

matiz de la transculturalidad, vital

para atender a la población inmigrante

y dar apoyo cuanto antes;

incluso desde el momento en

el que se decide ir a probar suerte

a otro país.


P.- ¿Es realmente necesaria

tanta anticipación?

R.- La mayoría se integra perfectamente,

pero hay que prepararles

para desmontar muchos mitos

acerca de la búsqueda de una

vida mejor, de cómo sobrellevar

la separación de los seres queridos,

del reencuentro, de la adaptación

al nuevo lugar... porque lo

idóneo es adoptar la biculturalidad

de manera progresiva, sin renegar

de donde uno es; pero tampoco

encerrándose en los comportamientos

del país de origen;

cualquiera de las dos alternativas

es excluyente y también constituye

una fuente de conflicto.


P.- Exactamente, ¿por qué?

R.- Los que olvidan por completo

sus raíces son tachados de traidores

por otros miembros de su

familia y los que se aferran a sus

hábitos y no se adaptan al lugar

de origen son rechazados por

quien les acoge.


P.- ¿Estamos preparados para todos

estos matices?

R.- No. Ni los profesionales están

formados ni el Sistema Nacional

de Salud concienciado, pero esta

atención beneficia a toda la sociedad.



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