La idea de incorporar conceptos de cultura y Transculturalidad actualizados a los
nuevos tiempos, más que un capricho, es una necesidad ineludible para todo terapeuta
de pareja, con el objeto de poder abordar adecuadamente los complejos cambios
sucedidos en el ámbito de la pareja en los últimos 20 años.
La cultura, según Pierre Bordeu es la articulación de ideas y prácticas sociales que
permiten adaptarnos al medio haciendo posible la regulación de las conductas humanas.
La cultura es un conjunto de conductas adaptativas y formas de ver el mundo
compartidas, al ser miembros simultáneos de diversos contextos (nación, religión,
región, lengua, tradiciones, pertenecer a una cultura profesional urbana o rural, ser
miembro de una generación y otros).
Tanto las parejas como las familias actuales pertenecen o son miembros de diversos
contextos culturales al mismo tiempo, lo que significa no solamente estar adscrito a un
grupo o a un contexto físico, sino también tener un contexto cultural de actitudes que los
diferencian a unos de los otros en los ámbitos de la sexualidad, la alimentación, los
rituales, la concepción del género, la importancia que damos a nacimientos y muertes, la
idea que tenemos del consumo o la importancia que damos a los vínculos y la
perduración de ellos, entre otras cosas.
La necesidad de incorporar nuevas realidades culturales de las personas y de los
terapeutas también se debe tanto a la necesidad de adaptación a lo nuevo, como a la
nueva funcionalidad que ello permite para poder vivir mejor.
Las sociedades multiculturales en las cuales vivimos hoy en occidente plantean
interrogantes culturales y transculturales a los terapeutas sistémicos de pareja que les
exige conocer e intervenir desde una perspectiva ecosistémica y transcultural que
relacione e interactúe más allá de individuo, pareja y familia, sino también con el
entorno y la importancia que pueda tener la cultura para cada uno de ellos en sus
construcciones y en su vida cotidiana.
El fenómeno de la culturalidad y transculturalidad adquiere más notoriedad cuando
trabajamos con parejas transculturales o mixtas propiamente dichas, y parejas
inmigrantes.
La Transculturalidad o Interculturalidad para la práctica terapéutica se traduce en:
· Promover la tolerancia ante las diferencias.
· Ofrecer modelos reales de diálogo e intercambio intercultural.
· No imponer ningún tipo de cultura etnocéntrica.
· Asumir que cada cultura es única, tiene enlaces con las otras y es necesario
reconocer sus similitudes como sus diferencias.
· Admitir que las identidades culturales no son estáticas, se van modificando, y a
veces pueden ser contradictorias.
· Ayudar a que las parejas y familias puedan tener conciencia de que alguna de
sus construcciones culturales les producen situaciones dolorosas, no son
funcionales y, por lo tanto, no responden a una realidad adaptativa de
supervivencia. Como por ejemplo, admitir la diferencia de género o el maltrato,
no aceptar el divorcio, pensar que la pareja tiene que ser para toda la vida, o
pensar en un solo tipo de pareja o familia, etc.
La pareja Transcultural o mixta es aquella en la que existen diferencias culturales
significativas entre sus miembros (nación, religión, etnia, lengua, clase, generación,
política, etc.) y que precisamente por estas diferencias van a estar afectadas su
organización, su relación y su vida cotidiana.
Estas diferencias tendrán mayor peso cuando las identificaciones o pertenencias
culturales para uno o ambos miembros sean más relevantes.
Las parejas mixtas o transculturales son un desafío a las ideas conservadoras de la
endogamia nacional, étnica, religiosa y lingüística. Muchos esfuerzos tienen que hacer
para moverse en un mundo donde existe una erosión de los vínculos tradicionales y una
pérdida de influencia de las familias de origen y de la comunidad. Como en todas las
parejas actuales, pero mucho más, estas parejas constituyen la instancia central para
cada individuo.
El problema de la identidad en la pareja transcultural se ha convertido en un problema
básico: las preguntas quiénes somos, qué hacemos, hacia dónde vamos, si somos o
seremos reconocidos socialmente; forman parte de su quehacer cotidiano.
Estas parejas también se ajustan al resto de las parejas actuales en las cuales, sus
relaciones amorosas están separadas de la idea de matrimonio, la pareja no implica
necesariamente tener hijos, ni un solo modelo de convivencia, ni un solo lugar de
residencia, ni un trabajo en el mismo sitio de residencia.
La religión no juega un papel fundamental en sus valores y los roles domésticos son
intercambiables. Existe gran dosis de individualismo y competitividad profesional. La
mujer en estas parejas está incorporada a la vida laboral y quiere derechos igualitarios
en su relación con el hombre.
En las parejas transculturales donde uno de ellos es un inmigrante reciente, se deberá
contemplar los fenómenos inherentes a la migración: duelo cultural, disociación entre
culturas, adaptación a una identidad bicultural y necesidad de integración a la sociedad
de acogida, no sólo a la pareja. Todo esto influido por los factores económicos, sociales
o políticos que condicionan la migración en el país de acogida.
Las parejas transculturales no tienen un pasado en común y basan el diálogo en
experiencias culturales diferentes que no coinciden.
Los motivos de consulta más frecuentes en parejas transculturales o mixtas donde uno
es inmigrante y el otro no, o ambos son inmigrantes de diferentes culturas en un tercer
país; están vinculados a:
1. La formación de la pareja, donde la diferencia es un polo muy fuerte de
atracción, pero existe un gran miedo y temor a la aceptación social de la familia
de origen, los amigos o la comunidad a la que se pertenece. Otro problema de
consulta está relacionado con la falta de comprensión y conocimiento del local
frente a los problemas específicos de la migración que está atravesando su
pareja; duelo migratorio, estrés de aculturación, otros.
2. Problemas vinculados al género. Tienen que ver con el cambio de roles y
posibilidad laboral; por ejemplo: hombre trabajando en casa y mujer trabajando
fuera. También relacionados con la igualdad de la mujer en la pareja o con la no
aceptación por parte de un miembro de la pareja que tiene un trabajo regular, a
aceptar que su pareja tenga un trabajo como músico en el metro o vendedor de
bisutería por ejemplo. También problemas de tolerar que la pareja inmigrante no
tenga trabajo y el otro tenga que sustentarla.
3. Problemas vinculados a la legalidad. Parejas donde el status legar del
inmigrante no es regular o es un residente sin permiso de trabajo; en el primer
caso tiene que estar todo el tiempo en casa por temor a la depresión, en cuyo
caso quiere casarse para obtener la ciudadanía.
4. Problemas vinculados a la reagrupación del hijo del / la inmigrante. No
aceptación por la pareja local de la reagrupación por los conflictos que ella
encierra.
5. Excesiva dependencia emocional en parejas transculturales en que el otro
miembro tiene rasgos narcisistas y maltratantes. El porcentaje de consulta
por estos temas es bastante alto, especialmente en mujeres dependientes
emocionales que vienen de carencias o traumas de violencia doméstica o
familiar muy significativos.
6. Problemas vinculados a la dependencia emocional y cultural del otro con
mimetización en la cultura del otro, abandonando las pertenencias
culturales de origen casi totalmente.
7. Discusiones frecuentes donde se comienzan a tocar los mitos intocables de la
cultura del otro, lo que puede conducir a la disolución de la pareja.
Las parejas inmigrantes son parejas que se encuentran en una situación
transcultural dado que viven en un país diferente al suyo. Sus problemáticas van a
ser también diferentes a las parejas que viven en la sociedad de acogida y los
problemas o conflictos que van a presentar como motivo de consulta son diversos y
dependen de varios factores a tener en cuenta:
· Si la pareja estaba conformada antes, durante o después de la migración.
· Si la decisión de emigrar y el proyecto migratorio fue algo compartido y no
una decisión impuesta, brusca e impulsiva.
· Si la pareja piensa en la migración como algo temporal o a largo plazo o
definitivo.
· Si la pareja ha estado separada por largos periodos de tiempo con un proceso
posterior de reagrupación familiar.
· Si existe afinidad cultural sea religiosa, lingüística o étnica con el país de
acogida.
· Si existe una red comunitaria del país de origen.
· Si transcurre un tiempo considerable hasta conseguir una estabilidad laboral.
· Si existen diferencias entre ambos de cómo atraviesan el estrés de
aculturación o el duelo migratorio.
· Si uno o ambos tienen capacidad de adaptación al país de acogida.
· Si son inmigrantes o refugiados.
· Si tienen hijos o no y cómo es su adaptación escolar.
· Si son inmigrantes de primera generación o descendientes de inmigrantes (de
segunda generación).
· Si han tenido tratamientos en Salud Mental en sus países de origen.
Gran parte de los problemas o sintomatología como motivo de consulta en parejas o
familias inmigrantes van a estar vinculados a los temas anteriormente señalados.
La evaluación clínica cultural en parejas mixtas o transculturales y en parejas
inmigrantes deberá tener en cuenta los siguientes aspectos:
· Identificación, significación y pertenencia de cada miembro con su cultura de
origen.
· Valoración de la existencia de un nosotros geográfico común
· valoración de los factores de vulnerabilidad: escaso apoyo familiar y de redes
social y comunitaria, conflictividad no resuelta con la familia de origen, poca o
nula adaptación a los cambios tanto del rol de género como de la concepción de
género en la sociedad actual, situación de paro o ilegalidad y prejuicios de y
hacia la sociedad de acogida a determinados colectivos de inmigrantes.
· Valoración de los factores de protección. Respeto y tolerancia de las prácticas
culturales o estilos de vida del otro, evitar hacer juicios sobre la cultura del otro,
receptividad para interiorizar pautas culturales del otro (gastronomía, música,
expresiones, algunos conocimientos del idioma, etc.). También conocimiento del
país y familia del otro, y acuerdos dialogados sobre roles, reglas de convivencia
y educación de los hijos. Pueden hablar naturalmente de las diferencias sin
mayor conflicto.
· Exploración del ciclo individual y de la pareja desde una perspectiva
sociocultural.
· Diferenciación de problemas específicos de la relación de la pareja de problemas
vinculados a las diferencias culturales.
· Visualización de estereotipos negativos y positivos acerca de la pareja en la
propia cultura y en la del otro.
· Detección de problemas de comunicación intercultural como interpretación
cultural desde un solo punto de vista.
· Exploración de problemáticas culturales conflictivas (bautizar a un niño, decidir
quedarse o volver, uno quiere integrarse y el otro no, rechazo a pautas culturales
del otro, etc.)
Los enfoques sistémico constructivistas y transculturales son modelos psicoterapéuticos
que permiten tener una visión ecosistémica e integral de los fenómenos vinculados a la
migración y de los inmigrantes que viven una situación transcultural.
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